Intervención del sistema nervioso y endocrino en la sed y el hambre
El hambre
Primeramente, Tébar et al (2003) definieron el hambre como la necesidad
fisiológica de ingerir alimentos para satisfacer
nuestras necesidades; aquí se incluye a los carbohidratos,
las proteínas y los lípidos, sin dejar pasar
las vitaminas y minerales. Entre otros conceptos relevantes, Mattes R. (2010) afirma que cuando tenemos
hambre, significa que el cuerpo fisiológicamente
necesita de un consumo de energía, ya sea
mínimo, y que la sed, por el contrario, indica la
necesidad de un abastecimiento electrolítico e
hidratación mínimos.
El proceso de la ingestión de alimento o alimentación,
se puede dividir en las siguientes fases:
1. Fase de inicio. Se basa tanto en el estado interno del
organismo, como en el valor incentivo de la meta alimenticia
por alcanzar (alimento por consumir), lo cual origina
cambios en la corteza cerebral que permiten la selección de un programa motor óptimo para la fase de procuración de
nutrimentos.
2. Fase de consumo. Se caracteriza por una acción estereotipada
con movimientos rítmicos y ajustes autonómicos
que incluyen la secreción de saliva, ácido clorhídrico, insulina
y otras respuestas reguladoras.
3. Fase de término. Se explica principalmente por
la acción de las diversas señales de llenado gástrico y de
saciedad. (Woods SC et al, 2000, p. 255-277)
Tomada de: k33.kn3.net/taringa/F/B/C/D/3/5/MeloyNick/156.png |
Teoría homeóstatica: El origen del concepto se remonta a los trabajos elaborados por el científico francés Claude
Bernard. Bernard (1859) fundamentó sus aportaciones teóricas en una serie de trabajos sobre los
fluidos internos y su relación con el estado de equilibrio que guarda el ambiente celular.
Identificó claramente dos tipos de medios, el interno y el externo y mencionó que la estabilidad
es una condición necesaria para la vida. Estas aproximaciones fueron fundamentales para el
trabajo de Cannon. El concepto de homeostasis fue introducido por Cannon para caracterizar
las condiciones físicas y químicas constantes que guarda un organismo para mantenerse con
vida. Bajo este término se agrupa toda la serie de mecanismos fisiológicos que tienen como
función regular las variaciones a las que se expone el medio interno.
Teoría glucóstatica: Mayer (1955) elaboró la
denominada teoría glucostática, en la que postuló que el hambre y la alimentación son
controladas por los niveles de glucosa en sangre. Mayer cuestionó la hipótesis del factor
lipostático, argumentando que tal hipótesis no se correlaciona experimentalmente como un
parámetro confiable con el inicio o fin de la conducta de comer. Por lo anterior, propuso la
existencia de receptores localizados en el cerebro que registran los niveles de glucosa en sangre.
La disminución en los niveles de glucosa afecta directamente la zona hipotálamica reguladora del
hambre lo que induce a los organismos a comer. Por otra parte, cuando los niveles de glucosa se
encuentran elevados se inhibe la presentación de la conducta de comer al estimular la zona de la
saciedad. Observó un grupo de conejos en ambientes controlados, registrando su gasto
energético basado en el balance de nitrógeno. Así, el proceso regulatorio esta basado en un
equilibrio constante entre la pérdida y ganancia de energía. Finalmente, asumió que la existencia
de tal mecanismo coexiste con la conducta emitida por los organismos en relación con los
estados particulares de los mismos (edad, talla, enfermedades) y los factores ambientales
(temperatura).
Teoría lipóstatica: Kennedy (1950) comparó la ingesta de alimento modificado en el contenido de grasas
entre un grupo de ratas con lesión ventro medial y un grupo control. Se reportó que las ratas
lesionadas presentaron un aumento sustancial en el consumo del alimento modificado en
comparación con el grupo control. Consecuentemente el peso corporal de las ratas lesionadas
fue mayor que el grupo control. A partir de esta evidencia, Kennedy sugirió la existencia de un
mecanismo que regula el consumo de alimento a partir de la concentración de grasas. Este
mecanismo influye en el control de la ingesta de alimento y el mantenimiento del peso corporal.
Adicionalmente, Kennedy (18) mencionó que la relación anatómica del núcleo ventro medial
hipotálamico con el núcleo anterior hipotálamico permite al mecanismo regulatorio lipostático
influir en el mecanismo termostático. Esto afecta el balance de energía, el crecimiento y los
niveles de insulina y glucosa corporales. Con ello, Kennedy afirmó que las alteraciones a este
mecanismo bien podrían ser una explicación para el desarrollo de obesidad. Las aportaciones de
Kennedy son actualmente un antecedente de importancia para el desarrollo de las teorías que
fundamentan el fenómeno alimentario en los factores reguladores a nivel hipotálamico.
Schwartz MW et al (2000) identificaron al hipotálamo como la región donde se integra una compleja red de vías neuronales que regulan el hambre y la saciedad. Cuando se dañan experimentalmente los núcleos hipotalámicos ventromedial y paraventricular se originan hiperfagia y obesidad, en tanto que el daño del hipotálamo lateral produce anorexia severa y pérdida de peso corporal. Por lo tanto, el núcleo hipotalámico ventromedial es el centro de la saciedad, mientras que el hipotálamo lateral es considerado el centro del hambre. El sistema nervioso central (SNC) recibe información del estado energético en que se encuentra el organismo y en consecuencia envía señales hacia los diversos órganos y sistemas periféricos para lograr un balance energético óptimo a corto y a largo plazo. El sistema anabólico se encarga del mantenimiento o la ganancia de peso corporal a través de la estimulación de la ingestión de alimentos poniendo en marcha por un lado, los mecanismos que inducen el hambre (el deseo intrínseco de la ingestión de alimentos ó la necesidad de cualquier tipo de alimento) y el apetito (preferencia específica por algún alimento) y por otro lado, se activan los mecanismos que inhiben el gasto energético. El sistema catabólico es el encargado del mantenimiento o de la pérdida de peso, a través de mecanismos que aumentan el gasto energético y disminuyen la ingesta alimenticia activando señales de llenado gastrointestinal y de saciedad. Los sistemas anabólico y catabólico funcionan concertadamente mediante una compleja red de comunicación, ya sea nerviosa (sináptica) y/o química (endocrina, paracrina y autocrina).
En la regulación del hambre y la saciedad se presentan factores catabólicos y anabólicos que se van a presentar a continuación en un cuadro explicativo.
Schwartz MW et al (2000) identificaron al hipotálamo como la región donde se integra una compleja red de vías neuronales que regulan el hambre y la saciedad. Cuando se dañan experimentalmente los núcleos hipotalámicos ventromedial y paraventricular se originan hiperfagia y obesidad, en tanto que el daño del hipotálamo lateral produce anorexia severa y pérdida de peso corporal. Por lo tanto, el núcleo hipotalámico ventromedial es el centro de la saciedad, mientras que el hipotálamo lateral es considerado el centro del hambre. El sistema nervioso central (SNC) recibe información del estado energético en que se encuentra el organismo y en consecuencia envía señales hacia los diversos órganos y sistemas periféricos para lograr un balance energético óptimo a corto y a largo plazo. El sistema anabólico se encarga del mantenimiento o la ganancia de peso corporal a través de la estimulación de la ingestión de alimentos poniendo en marcha por un lado, los mecanismos que inducen el hambre (el deseo intrínseco de la ingestión de alimentos ó la necesidad de cualquier tipo de alimento) y el apetito (preferencia específica por algún alimento) y por otro lado, se activan los mecanismos que inhiben el gasto energético. El sistema catabólico es el encargado del mantenimiento o de la pérdida de peso, a través de mecanismos que aumentan el gasto energético y disminuyen la ingesta alimenticia activando señales de llenado gastrointestinal y de saciedad. Los sistemas anabólico y catabólico funcionan concertadamente mediante una compleja red de comunicación, ya sea nerviosa (sináptica) y/o química (endocrina, paracrina y autocrina).
En la regulación del hambre y la saciedad se presentan factores catabólicos y anabólicos que se van a presentar a continuación en un cuadro explicativo.
Corto plazo
|
Largo
plazo
|
Factores
neurosensoriales: El inicio de la alimentación implica la existencia de
circuitos de comunicación neuronal entre el hipotálamo, el tálamo, la
amígdala, el hipocampo y varias áreas de la corteza cerebral que proyectan
aferencias sobre neuronas productoras de señales moleculares centrales que
integran la conducta alimenticia.
|
Neuropéptido Y (NPY). Es un péptido de 36 aa que se
sintetiza en el núcleo arqueado del hipotálamo (NAr). Los cuerpos neuronales
que lo producen presentan proyecciones a diversas estructuras como el NPV,
sitio principal de integración de vías neuronales que regulan la homeostasis
energética.
|
Los
factores externos, los cuales son sensitivos, entre ellos encontramos los
sentidos que participan para inhibir o estimular la conducta de ingesta.
|
Galanina. Es un neuropéptido de 29 aa, con potente efecto
orexígeno que aumenta la ingesta de lípidos preferencialmente.
|
Entre los
factores metabólicos se encuentra el nivel de glucemia. Existe un descenso de
la glucemia del 12%(10-15 mg/dL) momentos previos al inicio de la sensación
de hambre, al parecer ocasionado por incremento de la insulina plasmática,
mediada por el nervio vago y en respuesta a una señal central originada en
las células glucosensibles del hipotálamo lateral y del núcleo ventromedial,
que al detectar el descenso de la glucemia inician descargas con mayor
frecuencia.
|
Ghrelina. Antes de conocer la estructura química de
la ghrelina, ya se conocían sus efectos y sus receptores, por lo que se
incluyó en el grupo de los secretagogos de hormona del crecimiento (GHS). La
ghrelina se produce principalmente en el estómago, aunque también se produce
en el NAr del hipotálamo, en el pulmón y en el riñón. Estimula la ingesta
alimenticia, eleva el peso corporal, disminuye la utilización de grasa; aumenta
el cociente respiratorio; disminuye la actividad del sistema nervioso
simpático; bloquea la disminución de la ingesta alimenticia mediada por
leptina y estimula la secreción de hormona del crecimiento (GH) en la
hipófisis.
|
Señales
moleculares periféricas:
|
Hormonas
|
Señales moleculares centrales: Neurotransmisores
|
La sed
Tomada de: http://www.diabetesbienestarysalud.com/wp-content/uploads/2016/04/sin-sed-1.jpg |
El ser humano nace con una cantidad de agua que disminuirá a lo largo de su vida. No obstante, esta cantidad de agua puede varias mediante cambios de masa muscular y tejido adiposo (Andersson, 1978), en base a los hábitos alimentarios (Carlson 1977) y nivel de actividad física. Es decir, la
sed puede definirse como un estado motivacional que conlleva preparar al cuerpo
para llevar a cabo las conductas necesarias para reponer el déficit de fluidos. Cabe destacar que en
el organismo el agua se distribuye dentro y fuera de las células. El líquido
intracelular y extracelular, que incluye los líquidos cefalorraquídeo,
intersticial e intravascular, constituyen los cuatro compartimentos de fluidos
del organismo. Todos ellos están separados por barreras semipermeables que
permiten el paso de ciertas sustancias. En
la ingesta de bebida también se da un punto de ajuste o equilibrio. Su función
es evitar la reducción del volumen
intracelular (deshidratación) y la reducción del volumen intravascular (hipovolemia). Ambas reducciones pueden
deberse tanto a las variaciones de agua como de sodio. Por ello, se han
propuesto dos mecanismos de corrección relacionados con ellos: la sed volémica
y la sed osmótica.
La sed volémica o hipovolémica ocurre cuando disminuye el volumen
intravascular, mientras que la sed
osmótica tiene lugar cuando se reduce el volumen
intracelular. Los osmorreceptores que inician la conducta de beber se localizan en el OVLT y en el OSF. La lámina
termina es la parte del cerebro donde se integran las señales osmóticas y volémicas para regular la sed. La
información sensitiva procedente de los barorreceptores se envía a un núcleo del bulbo raquídeo: el núcleo
del fascículo solitario, que envía axones eferentes a la lámina terminal.
La segunda señal para que se desencadene la sed volémica la proporciona la AII. Dado que ésta no
atraviesa la barrera hematoencefálica, no puede afectar directamente a las neuronas que se hallan en el
interior del cerebro, salvo a las que se localizan en uno de los órganos periventriculares. Uno de ellos, el
órgano subfornical (ODF), es el lugar donde actúa la Angiotensina plasmática para producir sed.
Tomada de: Ebook, psicología fisiológica de James W. Kalat p.271 |
Los riñones contienen unas células capaces de detectar una
disminución del flujo sanguíneo que les llega. La causa más habitual es la
pérdida de volemia (vol. sanguíneo) por tanto, estas células detectan la
existencia de hipovolemia. Cuando el flujo sanguíneo hacia los riñones
disminuye, estos segregan una enzima llamada renina que entra en la sangre
donde cataliza la conversión de una proteína en una hormona de nombre
angiotensina.
La angiotensina I es convertida rápidamente en angiotensina
II tiene varios efectos fisiológicos y ejerce dos efectos comportamentales:
desencadena la conducta de beber y produce apetito de sal. La hipertensión en
ocasiones se debe a un exceso de secreción de renina.
Tomada de: E-book, psicología fisiológica de James.W. Kalat p. 270. |
Bibliografía
- Gonzaléz, E. Ambrosio, K. y Sanchéz, S. (2006) Regulación neuroendócrina del hambre, la saciedad y mantenimiento del balance energético. Revista Investigación en Salud, Vol. VIII, Número 3, p. 191-201.
- Nuñez, V. Vargas, E. Sanchéz, J. Jaramillo, E. Martinéz, J. y Nava, A. (2014) Nociones sobre fisiología del apetito. Apetito y hambre. Revista El Residente Enero-Abril 2014, Volumen 9, Número 1. p. 15-19.
- Lopéz, A. y Martinez, H. (2002) ¿Qué es el hambre?. Una aproximación conceptual y una propuesta experimental. Revista Investigación de Salud vol. IV, núm. 1, abril, 2002, p. 0.
- Kalat, J. (2004) Psicología fisiológica. Editorial Paraninfo.
- Martinez, A. Lopez, A. Navarro, M. Lopez, P. y Salazar, J. (2014) Trastornos de la conducta de beber: una propuesta de investigación. Revista Mexicana de trastornos alimenticios vol.5 no.1.
Como anteriormente se ha mostrado es muy importante el desarrollo que se ha tenido sobre este tema, y todas las necesidades fisiologicas, lo hablado sobre la ingesta de alimentos modificados en el contenido de grasas, los mecanismos que inducen el hambre el deseo intrínseco de la ingestión de alimentos ó la necesidad de cualquier tipo de alimento, el apetito preferencia específica por algún alimento y por otro lado, se activan los mecanismos que inhiben el gasto energético. Y en la sed sabemos que es un mecanismo esencial de regulación del contenido de agua en el cuerpo y que el volumen de agua del cuerpo baja de un cierto umbral, o la concentración osmótica es demasiado alta y el cerebro induce la sed.
ResponderBorrarNuestro cuerpo es complejo como maravilloso. Es increible la manera como nuestro sistema nervioso reacciona ante las señales que mandan los organos y demas sistemas alertando las bajas en los niveles de agua o glucosa, en la sed y el hambre respectivamente. Cabe resaltar la importancia de las hormonas en la detección de la perdida de homeostasis, ya que lo que nos motiva a comer o beber agua es la emoción que la falta de homeostasis nos produce.
ResponderBorrar